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07 de de 2018

Svatý Florian, joya de la tradición cervecera checa

Quien es aficionado a la cerveza, sabe que en Chequia esta bebida alcanza el estatus de veneración, encontrándose totalmente inmersa en la cultura y la vida cotidiana de la población. No es casualidad por tanto, que sea el país de nacimiento del estilo de cerveza más popular del mundo, las Pilsen.

Svatý Florian, joya de la tradición cervecera checa

El país está repleto de lugares donde encontrar una pequeña cervecería que refleja la tradición cervecera local, que suscita la admiración de quien tiene oportunidad de conocerla. El contacto con estos pequeños productores permite conocer mejor las razones del arraigo de la cerveza en el corazón de los checos.

Cerca de la ciudad balneario de Karlovy Vary, de camino a la ciudad de Cheb, encontramos un pequeño pueblo, Loket, un lugar mágico, famoso por albergar uno de los castillos más fotografiados de la República Checa. El tiempo parece haberse detenido en los suelos empedrados y las fachadas de colores que vigilan los pasos de los turistas. En este encantador enclave podremos encontrar uno de los mayores tesoros cerveceros checos: la cervecería Svatý Florian (San Florián), que recibe el nombre de este santo por ser patrón de los “apagafuegos” y de todos es sabido que no hay mejor remedio para apagar la sed que una buena cerveza.

En el interior del coqueto hotel familiar Cisar Ferdinand de Loket, que goza además de una buena cocina, se encuentra la pequeña cervecería. Ubicada en el sótano abovedado de ladrillo del remodelado edificio, mantiene a la vista el brillo del cobre de las calderas donde la cerveza es elaborada, algo muy habitual en la República Checa. Detrás quedan los tranques de acero inoxidable donde tiene lugar el proceso de fermentación.

La cervecería actualmente se encuentra en manos de la familia Lojín, quien la adquirió en 2004, tras permanecer abandonada y en desuso durante años, después de que fuera destinada a albergar una granja de aves durante la época comunista. Sin embargo el pasado de esta cervecería se remonta nada menos que a 1348, en la época del célebre Carlos IV, cuando un cervecero local consiguió el permiso para elaborar cerveza en el mismo lugar, dando lugar a la construcción de la primitiva cervecería en 1352.

A pesar de que la cervecería viene produciendo sólo 800 hectolitros al año, sus cervezas rebosan calidad. Actualmente elabora 5 variedades diferentes: Světlý 11 (una lager rubia de 4,4% alc.), Černý 11 (una lager oscura de 4,2% alc.), Speciál Tmavý 13 (una deliciosa lager ahumada y con cuerpo con 5,5% alc.), Videnska 15 (una aterciopelada y maltosa Vienna Lager de 6,3% alc.) y su maravillosa Speciál Václav Polotmavý (un lager tostada que recuerda a un bizcocho líquido de frutas pasas y chocolate que alcanza un 11,5% alc.). Para su elaboración, la cervecería utiliza materias primas locales, como el lúpulo de Žatec, usa el tradicional método de triple decocción y no filtra ni pasteuriza sus cervezas, por lo que todas ellas son “nefiltrovaný”, palabra de obligada incorporación a nuestro vocabulario en checo si queremos disfrutar de la versión más auténtica y tradicional de la cerveza checa.

Las podemos comprar para llevar, pero lo recomendable es poder consumirlas en la cervecería, y a ser posible acompañando alguno de los platos de su carta. Por si fuera poco, se puede aprovechar la visita para disfrutar de una preciosa y única colección de jarras de cerámica de Karlovy Vary en un museo colindante, al que se puede acceder desde el hotel o directamente desde la calle.

 

Sin duda, un lugar que merece la pena estar en tu recorrido por la República Checa.

 

 


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