19 de de 2018
Tres marcas checas para descubrir esencias nacionales
Emprendedores, ingeniosos, trabajadores, de espíritu mercante y mucha mano izquierda para la exportación… El pasado comunista de Chequia a menudo eclipsa, desde la distancia, una esencia nacional: su industria y espíritu proactivo.
Pocos saben que, por ejemplo, la Checoslovaquia de entreguerras era una de las regiones más ricas e industrializadas de Europa, incluso antes, con empresas que lo mismo llenaban de cerveza las tabernas del mundo, de cristal las vitrinas Realeso de aviones los campos de batalla. Centrándonos en Pilsen y Karlovy Vary, aquí van tres ejemplos de una lista que se podría alargar generosamente.
Škoda
Esta popular marca de coches en flotas de taxis españolas es heredera del imperio industrial de Emil Škoda, fundado a finales del siglo XIX y que llegó a ser tan poderoso y a estar tan diversificado que sus fábricas fueron objetivos prioritarios para los bombarderos aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
Hablando estrictamente de coches, su origen se remonta a 1885, cuando Václav Klement comenzó a producir motocicletas bajo el nombre comercial de Slavia. En 1905 la empresa sacaba a la venta el primer automóvil de factura checa y, para el inicio de la Primera Guerra Mundial, ya era el líder del sector en el, a punto de extinguirse, Imperio Habsburgo. Entre guerras Klement vendió la propiedad al grupo industrial de Emil Škoda, que había nacido como siderurgia en 1886 pero que en 1889 ya fabricaba armas, en 1904 turbinas de vapor, en los años 20 aviones y locomotoras… y que ha terminado construyendo, en la actualidad, autobuses eléctricos y hasta piezas para la industria aeroespacial.
Al haber sido objetivo militar, apenas han quedado instalaciones originales, pero sí se pueden visitar algunos hitos relacionados con la marca. En la industrial Pilsen, en unas naves de nueva construcción pero sobre terrenos históricos de Škoda, se inauguró, con motivo de la Capital de la Cultura 2015, un museo de ciencia interactivo ideal para niños y mayores que, además, cuenta con algo de información sobre la historia de la empresa (Techmania). Por otro lado, a 60 km al norte de Praga, en Mladá Boleslav, se puede visitar la fábrica actual de automóviles, donde también hay un estupendo museo con piezas originales que han sido icónicas en su producción.
Pilsner Urquell
La marca comercial checa más famosa dentro y fuera de sus fronteras es tan popular o más que su bandera, y está al nivel del mismísimo puente de Carlos de Praga. Así que, si no sabes de qué va la cosa, lo mejor que puedes hacer es buscar una buena cervecería y pedir una cuanto antes.
A día de hoy es un gigante de la industria cervecera y produce, además de su primera marca y buque insignia, decenas de otras de calidad inferior aunque también interesantes. Algunos dicen que ha perdido sus esencias, pero esos mismos harían bien en ir a visitar su fábrica en Pilsen para descubrir que, ya desde su nacimiento, a mediados del siglo XIX, su producción era monstruosa y precisaba de unas instalaciones de un tamaño desorbitado para la época, cuando ya exportaba su oro líquido por todo el continente.
Tan grandes son que, cuando se visitan, apenas se conoce una pequeñísima fracción. Y es que también hay que dejar espacio para descubrir la planta de producción actual, capaz de embotellar 70 mil dosis en una hora, las 24 horas del día.
Moser
Quizá haya marcas checas más famosas, pero esta tiene una relevancia especial como uno de los mejores exponentes de la prestigiosa fabricación de cristal de Bohemia (nombre con el que se conoce a la región histórica del oeste de la República Checa). Y es que parte del prestigio de la industria local bebe de esta factoría fundada hace más de 150 años y que pronto destacó por sus técnicas de corte y decoración.
Fue con su primer heredero, Leo Moser, cuando principios del siglo XX alcanzó reconocimiento internacional, consiguiendo incluir a la cartera de clientes habituales a las casas reales europeas, entre los que se encontraban y todavía se encuentran los Borbones españoles. A pesar de haber sido nacionalizada por los comunistas y luego privatizada en los 90, sigue vendiendo impertérrita por todo el mundo, contando con tiendas exclusivas de la marca especialmente en Praga.
Los curiosos pueden visitar la fábrica en pleno funcionamiento, pasando por la sala donde se sopla el cristal a pulmón y se le da forma, e incluso subiendo a la zona de corte. Todo como parte de una visita a la noble ciudad-balneario de Karlovy Vary.
Miguel Cuesta
Autor de “Un corto viaje a República Checa”
El autor acaba de publicar una nueva guía por la República Checa. Más sobre él y su trabajo también en su perfil de Twitter o Instagram o en la web.
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